Cómo afecta la impotencia masculina a la relación

La impotencia masculina, también llamada disfunción eréctil, es una patología que se caracteriza por la imposibilidad prolongada de mantener una erección el tiempo suficiente para completar el acto sexual y puede afectar muy negativamente a la relación de pareja si no se trata. ¿Quieres saber más acerca de cómo puede afectar a la relación? Sigue leyendo.

La impotencia masculina: un problema de dos

Es importante determinar la causa del problema y diferenciarlo de otros trastornos sexuales como la eyaculación precoz o la falta de deseo, además de distinguir las causas de su origen, pues la disfunción eréctil puede asociarse tanto con desórdenes físicos como psicológicos que pueden requerir tratamiento profesional.

La repetición cíclica del suceso y la imposibilidad de mantener relaciones sexuales normales de manera reiterada, es lo que diferencia la impotencia como trastorno patológico de la impotencia transitoria conocida como el típico “gatillazo” que la mayoría de los hombres han experimentado en alguna ocasión durante sus vidas sin que ello suponga algún problema, no obstante, la actitud de la pareja puede determinar la diferencia en la resolución del conflicto cuando se necesita ayuda.

La estadística apunta a que la impotencia masculina puede suponer una pesada carga que puede prolongarse durante meses o años en algunos casos, y la falta de comunicación parece ser el causante principal en el retraso para acudir a un profesional.

La disfunción eréctil conduce inevitablemente a la insatisfacción sexual y esto afecta negativamente a ambos miembros de la pareja y su confianza.

Por un lado, el hombre pierde seguridad en sí mismo y en su capacidad de proporcionar placer a su pareja, mientras que la autoestima femenina también se deteriora ante la posibilidad de no resultar atractiva para su pareja y no despertar su deseo sexual.

Cuando la pareja no se comunica, se desconocen las causas que pueden estar originando el problema, lo cual conduce a desavenencias y malos entendidos que deterioran la relación y que podrían solucionarse fácilmente con la mediación de un profesional, pues la impotencia masculina es un trastorno muy común en las parejas de todas las edades.

Cuando las causas obedecen a trastornos fisiológicos se requiere asistencia médica para solucionar el problema de salud subyacente, pero cuando los motivos son de origen psicológico, igualmente se debe buscar ayuda para determinar aquellos comportamientos y actitudes que pueden estar impactando negativamente en el otro causando bloqueos emocionales y la postura que se debería adoptar para solucionarlos.

La falta de deseo asociada a los ciclos femeninos, puede tener un impacto directo en la impotencia masculina mucho más profundo de lo que se pensaba en un principio, pues cuando el hombre percibe que para su pareja las relaciones sexuales son una obligación en lugar de un encuentro placentero que refuerza la intimidad entre ambos, se genera un clima de distanciamiento emocional que interfiere con la capacidad del hombre de mostrar deseo y expresarlo a su pareja porque piensa que en el fondo no es bien recibido.

Esta situación puede apreciarse comúnmente tras la llegada de los hijos, en la que el hombre tiene que “recolocar” su papel en la relación y se ve relegado a un segundo plano. La terapia de pareja y el tratamiento conjunto suele ofrece mayores expectativas de éxito para estos casos.

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